Filipo

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Filipo fue una ciudad de gran importancia histórica y bíblica en el este de Macedonia, a lo largo de la principal calzada romana llamada Vía Egnatia. Conocida inicialmente como Krenides, la ciudad fue fortificada y rebautizada por Filipo II de Macedonia en el año 356 a. C. La región era rica en minas de oro, lo que contribuía a su importancia económica y militar. Más tarde, en el año 42 a. C., Filipos se convirtió en el escenario de una batalla decisiva en la que Marco Antonio y Octavio derrotaron a Bruto y Casio, poniendo fin a la República romana y allanando el camino para el Imperio romano. Tras la batalla, Filipos fue colonizada por veteranos romanos y se le concedió el estatus de colonia romana, lo que le otorgó muchos privilegios, incluido el autogobierno según el derecho romano.

El apóstol Pablo visitó Filipos en su segundo viaje misionero después de recibir una visión de un hombre macedonio pidiendo ayuda [BIBLE, Hechos 16:9-10]. Al llegar, él y sus compañeros, Silas, Timoteo y Lucas, encontraron un lugar de oración junto al río, donde conocieron a Lidia, una rica comerciante de telas de púrpura. Lidia se convirtió en la primera conversa europea de la que se tiene constancia y acogió a Pablo y a sus compañeros en su casa [BIBLE, Hechos 16:14-15].

Filipo tenía una fuerte identidad romana, y la oposición a la que se enfrentaron Pablo y Silas reflejaba la hostilidad romana hacia los nuevos movimientos religiosos que amenazaban el culto a sus dioses. Cuando Pablo expulsó un espíritu maligno de una esclava, sus dueños, enfadados por su pérdida económica, lo acusaron de promover costumbres ilegales. Sin juicio, los magistrados hicieron que golpearan y encarcelaran a Pablo y Silas [BIBLE, Hechos 16:16-39]. Esa noche, un terremoto los liberó milagrosamente, lo que llevó a la conversión del carcelero y su familia. Al día siguiente, cuando las autoridades descubrieron que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, se alarmaron y les pidieron que abandonaran la ciudad.

A pesar de su partida, Pablo mantuvo un profundo afecto por la iglesia de Filipos. Se convirtió en una congregación modelo conocida por su generosidad y apoyo al ministerio de Pablo. Los filipenses enviaron ayuda a Pablo en múltiples ocasiones, incluso cuando otras iglesias no lo hicieron [BIBLE, Filipenses 4:15-18]. Más tarde, Pablo escribió la carta a los filipenses mientras estaba en prisión, expresando alegría, aliento y gratitud por su fidelidad [BIBLE, Filipenses 1:3-6].

Los restos arqueológicos de Filipos, incluyendo su foro, teatro y tramos de la Vía Egnatia, confirman su importancia histórica. El lugar tradicionalmente asociado con el encarcelamiento de Pablo sigue estando marcado hoy en día. Filipos fue uno de los primeros baluartes del cristianismo en Europa, y su iglesia desempeñó un papel clave en la difusión del Evangelio. Incluso después de la época de Pablo, líderes cristianos como Policarpo mantuvieron correspondencia con los creyentes de allí, lo que da testimonio de la fuerza perdurable de la iglesia de Filipos.

La historia de Filipos subraya el poder del Evangelio para transformar vidas, desde la casa de Lidia hasta el carcelero de Filipos. Nos recuerda la alegría que se encuentra en Cristo, el fortalecimiento de la fe en las pruebas y la llamada a la constancia en el caminar cristiano.

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